jueves, 8 de noviembre de 2007

Sueños


Trunco.
Una sola palabra, una sentencia. Una oruga que nunca será mariposa. Entonces: dolor.
Conocía bien ese sentimiento, agonía constante de sueños mutilados. Había inventado refugios para guarecerse; a la larga todos ceden, no hay fortificación que resista los embates del interior. Sí, la música lo elevaba, bilocándolo en ámbitos celestiales, pero invariablemente el dolor lo arrancaba, arrastrándolo nuevamente a la terrenalidad de sus penares.

Vanamente había intentado integrarse, la masa atrapa, pero no a los que son como él. Había decidido que su silenciosa agonía sería sólo suya, la integración a las masas requería el renunciamiento, a su ser, a lo indefectiblemente propio, sus pensamientos, su pena.

Y no podía permitirse el lujo de avizorar milagrosas soluciones, privilegio reservado a los optimistas patológicos que le recomendaban drásticos cambios en su forma de mirar el mundo. La idea, aunque siempre rechazada por inverosímil había anidado en su conciencia, como una posibilidad imposible, banal utopía de negación a cambio de felicidad. De ninguna manera.

Negar la existencia del dolor, aferrándose a fútiles esperanzas, silogismo siniestro que sólo podía acarrear un mayor sufrir al final. Sin embargo, estaba la posibilidad latente, aunque luchase conta ella.

Esa noche durmió, y en sus últimos pensamientos intentó soñar, como dictándole un libreto a su subconsciente. Pero la mente no acepta imposiciones, sólo reconoce los mandatos propios, incorruptibles a los deseos que intentan doblegar su voluntad. Entonces soñó.

Y en sus sueños conoció un mundo distinto, luminoso, tan distante de la oscuridad de sus días, recorrió verdes prados, con gente afable, de amplias sonrisas y y dispuestos abrazos.

Día tras día recorrió el mundo de sus sueños, y conoció el calor de la mano tendida, y los dulces labios del amor. Todo era felicidad en ese mundo de fantasía, sucediéndose en un ritmo constante, manso. Eso, la mansedumbre, era lo fundamental.

Continuaron los años de sus sueños, en su andar parsimonioso, una tranquila balsa en un mar de tranquilidad, días tibios y noches estrelladas, sólo mansa paz.

Y el tiempo dejó entrever su lado oscuro, constancia de su estado sólo trajo aparejado el tedio, una pequeña molestia al principio, creciendo, desarrolládose tan avasalladoramente como la paz del ambiente.

Y el tiempo, enemigo de quienes osan desafiarlo mostró su inefable lección, al final de los días de su felicidad de ensueño el tedio le asfixiaba, una piedra en su pecho bregando por salir, un espíritu tumultuoso luchando por aflorar.

Se vió a sí mismo sucumbir amargamente entre verdes prados y eternas sonrisas, inmutables, distantes. Y despertó.

Aterrorizado por la experiecia onírica, recapituló sus propios sentimientos, luchar contra su propio espíritu es destrozar su propia esencia. Lo trunco lo es realmente cuando se acepta el conformismo como principio rector.

Y entonces lo comprendió, la felicidad siempre estuvo allí, no necesitaba de impostados abrazos, de rostros vacíos y vencidos. El dolor es necesario para seguir viviendo, recordándonos nuestra naturaleza humana, meciéndonos al viento, siempre oscilantes de la felicidad a la pena, de la alegría al dolor.

Sazones, sólo eso.

Entonces sus sueños, los verdaderos fueron posibles, sin optimismos negadores ni pesimismos invalidantes, sólo realismo.

Pudo entonces, por fin sonreir, de verdad.

Una mariposa emerge de su capullo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca se puede renunciar a ser uno mismo, ni dejarse llevar por la masa. Eso es nadar contra corriente, además de aborregarse.

No todo es felicidad, para nadie. Al igual que la alegría, el dolor nunca deja de estar presente en el hombre, para que engañarse.

Además cada uno es feliz a su manera.

Besos.

"¿Soy demasiado consciente de la realidad, y los demás viven en un sueño de idiotas del que no quieren despertar (cosa que no les reprocho), o soy yo el estúpido que cree ver demasiado, sin ver nada?. " Cioran

EL DESPOTRICADOR dijo...

Uno de los problemas actuales más preocupantes es el avasallamiento de las individualidades en pos de la masificación. Hemos llegado a elevadísimos niveles de impersonalidad, particularmente en las generaciones más jóvenes, que se desarrollan en una sociedad saturada de ofertas de felicidad instantánea y satisfacción garantizada, todo por supuesto, con su correspondiente valor monetario.
Pero lo real es que la vida es mucho más que eso, y a menos que nuestro anhelo fuese ser autómatas carentes de sentimientos, siempre vamos a tener que enfrentar las dos caras de la moneda, alegría y dolor. Sin esa ambivalencia, nuestra existencia sería absolutamente chata e insoportablemente vacía. Un eterno gris, ¿cómo podríamos apreciar la luz si no conocemos la oscuridad?
Y la felicidad, por supuesto, varía de acuerdo a cada uno de nosotros, y habrá quien pueda alcanzarla y quien no. Y la individualidad, nuestra forma particular y única, y por ende lo que determinará nuestra búsqueda personal para encontrarla, es un tesoro que no deberíamos resignar porque sí.
Sakkarah, agradezco enormemente tus comentarios.
Un abrazo, y hasta la próxima.

todas las cosas que vienen me recuerdan a ti dijo...

La resignación para unirse a la masa, que es llevada de las narices por la oferta de lo efímero, no es lo mas conveniente uno no puede resignarse de sus ideales, nuestra sociedad esta enferma de resoluciones instantáneas, de satisfacción inmediata.

Un abrazo

EL DESPOTRICADOR dijo...

Coincido Remus, permanentemente nos bombardean con mágicas ofertas de felicidad, me refería al tema en un post anterior ("La chabacanería como factor de alienación") y desgraciadamente es relativamente poco lo que se hace por mejorar la situación. El acceso a la cultura se ha hecho cada vez más privativo, para el caso: ayer fui a comprar el último libro de Coetzee (en una edición de calidad lamentable) y con un precio ridículo para un bolsillo medio en estas épocas de inflación camuflada...
Teniendo en cuenta esto, ¿cómo se puede contrarrestar ese bombardeo? ¿Cómo pedirle a un laburante cualquiera que destine partes significativas de los cada vez más magros salarios para cultivarse? Si sólo la basura está al alcance de todos, ¿cómo extrañarnos que se consuma sólo basura?
A seguir mirando Gran Hermano entonces...
Es una verdadera pena.
Remus, es un verdadero placer que pases por aquí.
Un abrazo y hasta la próxima.