sábado, 6 de octubre de 2007

Viaje


¿Estás bien?

La voz retumbó en el vacío. Sí, todo estaba bien, a pesar de la rara sensación en el cuerpo.
¿Cómo había terminado en ese lugar? Miró atentamente alrededor suyo, o por lo menos lo que podía observar por la incómoda posición en la que se encontraba. Sólo sus manos, una almohada y silencio.
La extraña sensación de no sentir nada, pero a la vez percibir que estaban sobre él.

¿Estás bien?

Nuevamente, se escuchó a sí mismo repetir la frase si, todo perfecto, pero ahí estaba a sabiendas y no de lo que realmente sucedía, sólo comentarios intrascendentes de la persona que sabía que estaba ahí, y que apenas podía ver a través del reflejo de un vidrio. Las manos de ese hombre trabajaban afanosamente en lo que podría ser él, pero no parecía. Debajo de su cintura todo era un enorme vacío. Presión, el gesto del hombre que denotaba el fastidio que le producía la situación.

¿Estás bien?

La insitencia de la pregunta denotaba que algo era preocupante. ¿Por qué insistir si no?
Todo parecía normal entonces, sólo el vacío y frío. La primera sensación de calor se había disipado tan rápido como las palabras del recurrente inquisidor.
Sólo veía sus manos, sin poder más, sólo su propio reflejo en el vidrio de la puerta. El reflejo que mostraba su propio rostro mirándolo fijamente. No pensaba en nada, sólo se dejaba llevar por los pensamientos que invadían su cabeza. Pensamientos que siempre ha llevado consigo, esos mismos que fluían al compás de la música, omnipresente, constante, en una repetición incesante.
Fuga y misterio, ése sería un buen título para su propia existencia, mientas los pensamientos entraban en escena como los instrumentos, repitiendo el mismo compás uno a uno.
La vida de un hombre pasa en un segundo, la de él se resumía en un solo compás.

¿Estás bien?

Ahora la mano de otro hombre se posaba en sus hombros, acentuando la constancia de la interrogación.
Sí, todo en orden, ¿qué más podía decir? ¿cómo adentrar a un extraño en los intrincados procesos de su propia pequeña tragedia?
Todo marchaba siguiendo la misma estructura, como leída de una prolija partitura, mientras seguía hipnotizado por esos ojos que lo observaban desde el reflejo del vidrio. Esos mismos ojos que se prolongaban al infinito mostrando el inexorable paso del tiempo. Tomo ahí conciencia cabal del viaje que había emprendido, adentrándose en el laberinto de su memoria.
Y allí estaban, los rostros del pasado, emergiendo del olvido, imágenes y momentos, música y palabras, todos aquellos que imaginaba barridos por la indiferencia de lo pasado, estaban ahora ahí mismo.
Recordó sus propios inicios, sus primeros dolores y alguna alegría, pero desde un lugar de mero observador. Vió sus idílicos años como un mero observador, mientras el aluvión de recuerdos se abalanzaban sobre él.
Todo esto debe tener un sentido, pensó en sus propios pensamientos, atónito entre las imágines y un bandoneón que rugía desenfrenado.
Y entonces, silencio de nuevo.

¿Estás bien? Porque te noto pálido...

El comentario logró sacarlo de sus cavilaciones, pero sólo por un segundo, el necesario para la mecánica respuesta, tan artificial como la pregunta misma.
Veía gente entrar y salir del lugar, personas sin rostro que se movían frente a él, dentro de él incluso, pero no les daba mayor importancia. De alguna manera quería desvanecer toda esa realidad para volver al reino de sus fantasías.
Y ahí estaba nuevamente, sobrevolando su vida, recibiendo los momentos vividos con la avidez de quien transita un camino por primera vez. Amor, dolor, miedo, alegría, todo entremezclado, como sucede con las personas de carne y hueso, todo sucediéndose sin seguir un patrón, todo fluyendo con la claridad de una vertiente.
Se sentía en un ascenso permanente, pero con la ansiedad que genera la proximidad de la cima. Sólo que después de la cima sólo hay camino para abajo.
Y hacia allí se dirigía, indefectiblemente, hacia el valle... hacia lo llano... de vuelta al tedio.

¿Estás bien? Porque ya hemos terminado... la operación ha sido un éxito...

Prefirió no contestar.

2 comentarios:

todas las cosas que vienen me recuerdan a ti dijo...

"Fuga y misterio, ése sería un buen título para su propia existencia"

"La vida de un hombre pasa en un segundo."
Todo eso puede ser así, pero no todo es un camino hacia abajo, despues de la cima.

Ahora yo pregunto ¿estas bien?

Todo bien de salud?

EL DESPOTRICADOR dijo...

Como siempre, te agradezco por estar ahí. La salud, como en todos los ámbitos de la vida, tiene sus altibajos, afortunadamente (para mí, claro) en este momento, mejorando, a pesar de alguna molestia.
Lástima que el paréntesis en el trabajo no sea para disfrutarlo, pero voy a tomarlo como un adelanto de vacaciones...
Si todo marcha bien, el viernes posteo algo.
Un abrazo.